Origen: Wallsend (UK).
Periodo: 1985 - hoy.
Hablamos de Gordon Matthew Thomas Sumner, llamado Sting porque de jovencito se puso una camiseta de rayas amarillas y negras para un concierto y alguien le dijo que se parecía a una abeja. Y desde entonces el ínclito adoptó el mote de Aguijón (Sting, en inglés).
Este personaje nunca fue santo de mi devoción, he de dejarlo claro. Me dan igual sus beatas intenciones pues de lo que aquí estamos hablando es de música, solo de música. Y musicalmente hablando, Sting tiene una voz particular, sí, pero con muchas carencias como ya dije en el post sobre The Police, su primer grupo antes de volar en solitario.
Sting es un músico que en general cae muy bien y entra a priori con buenas vibraciones. El tío es un cabalista en estas lides y está claro que su buen rollo consigue hacer magia en la gente.
Pero yo no soy la gente. A mí este sujeto no puede engañarme ni con su mejor embrujo ni con su mejor sonrisa... aunque no en vano tiene nada menos que la tercera posición en mi particular ránking de sonrisas magnéticas, detrás, claro, de la de nuestro querido Miguel Bosé, puntuado con 9 en la escala Nicholson. El primer lugar es, como podréis adivinar, para Jack, en honor del cual inauguré esta medición.
Sting es un felizonte de manual. ¿Y qué significa eso -os preguntaréis-? Bien hecho, porque la definición de felizonte no la podréis encontrar en ningún lado. El ente felizonte tiene muchas aplicaciones, pero en el caso musical que nos ocupa, se refiere al que hace huevos de oro por doquier, engatusando al personal con florituras varias, muchas de ellas de puro marketing e imagen, pero el resultado de fondo está claramente sobrevalorado.
Y me da igual el multipremio del aludido. Lo cierto es que Sting tiene muchos discos pero es difícil encontrar en ellos algo que valga la pena.
Si he dedicado un post a Sting es solamente porque atesora estas pequeñas selecciones, pero son un alarmante muy bajo porcentaje enfrentado a su amplísima producción en solitario (más de 20 LP´s).
A Sting le achaco falta de voz, falta de fuerza, composiciones demasiado intimistas en general, pero sobre todo un aura de creerse que ha descubierto América... cuando ese pescado había ya sido todo vendido con antelación. Y mucho antes de que él hiciera sus primeros pinitos.
En fin, algo bueno quedó, poquito, pero aquí está. Y dá para el completo, no obstante que nadie se engañe, poco más hay más allá. Eso sí, estos temas están aquí porque son muy buenos. Todo sea dicho. Entre todos ellos me quedo con If I Ever Lose My Faith In You (1993). Sting puro, ojalá que todo hubiera sido de este cariz...
1 comentario:
Esto de la escala Nicholson tenemos que patentarlo.
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