lunes, 10 de septiembre de 2018

Sade (Punch drunk - War of the hearts) - 1985 / (Siempre hay esperanza) - 1988

Origen: Londres.
Periodo: 1983 - hoy.

Mucha Sade radiada tuvo que tragarse el personal entre finales de los 80 y principios de los 90.

Al parecer, el culmen del buen gusto que a todo el mundo encandilaba.
Vendió millones de discos con su voz susurrante y se tiró poco después a la tumbona. De hecho, su producción solo consta de cuatro trabajos entre 1984 y 1992. Hizo bien en dejarnos en paz. Y seguro que si yo hubiera estado en su piel hubiera hecho lo mismo. Pues estas decisiones son loables, uno debe andar con mesura cuando ha ganado mucho vendiendo "tulipanes" (al igual que aquella Tulip Fever acaecida en los Paises Bajos del s. XVII).

Ocho años después hizo otro disco, y diez años más tarde, en 2010, el último. Ambos para olvidar.
Bueno, en realidad es casi todo para olvidar, porque Sade no es más que una señorita que cantaba en susurros con voz cascada. Eso sí, su presentación era muy efectiva: una bella mulata que vestía como una princesa y se hacía acompañar de buena instrumentación.

La supuesta diva tituló su cuarto álbum "Love Deluxe".
¿Qué narices puede significar?
A lo mejor quiere decir que el amor es un lujo.
Pero eso es imposible de facto. Hay millones de tortolitos por ahí en su mundo de enamorados (ver post de Céline Dion).

Pienso que ese "Love Deluxe" significa otra cosa. ¿Música idónea para prostíbulos de lujo? Podría ser. Aunque yo más bien creo que Sade intenta decir que su música es algo superior, música para élites.

Los elitistas suelen ser fanfarrones, como Sade. Y un fanfarrón es alguien que dice mucho cuando en realidad no dice nada. Todo ese pretendido lujo se queda en agua de borrajas cuando se analiza su cantar: falto de chispa, plano y aburrido (perfecto para una siesta).

Algunos señalados tracks de Sade estaban bien construidos, pero el logro no es vocal.

Traemos aquí dos temas instrumentales muy buenos y únicamente uno en el que canta Sade, quizá su mejor presencia, y además no hace falta más pues con este War of the Hearts queda dicho ya todo en cuanto a su estilo como vocalista.

A la mayoría se la coló bien colada. Es otro ejemplo de cómo las endiabladas malas artes de una discográfica pueden hacer milagros, llevando en volandas un producto "de envoltorio".






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